El valle de Redondo está ocupado en gran parte por bosques caducífolios, principalmente hayedos y robledales de rebollo y roble albar. A lo largo del recorrido encontramos otras especies que suelen aparecer acompañando a las citadas: abedules, acebos, servales, mostajos y avellanos. En el sotobosque y en las orillas de los arroyos aparecen flores silvestres como la aguileña y el acónito. En las zonas más altas el bosque da paso a formaciones arbustivas de brezos, escobas y piornos.
Donde falta el matorral, en las brañas, el espacio lo ocupan las praderas de montaña.
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El paseo por el bosque en el que habita este roble milenario nos permitirá disfrutar de especies de árboles y arbustos tales como robles rebollos y albares, hayas, acebos, espinos y guillomos, servales y mostajos.
En las praderas y en las cercanías de los arroyos podemos encontrar mayor abundancia de herbáceas: ranúnculos, menta silvestre, geranios,
hierba de San Antonio, narcisos y primaveras.
La vegetación predominante es el brezal-piornal.
En las cumbres la escasa vegetación está formada por especies alpinas, algunas raras y endémicas de la Cordillera. Hay pulsátila alpina, saxifragas, erodium…
Las laderas de los valles están ocupadas por bosques caducifolios, hayedos y robledales. Cerca de Brañosera dejamos a la izquierda el grandioso bosque de La Pedrosa, de haya y roble y una extensa mancha de abedul.
El oso pardo es sin duda la especie emblemática de este territorio.
El oso es un mamífero plantígrado que se caracteriza por su enorme talla (casi los dos metros de altura y unos doscientos kg. de peso), de cabeza ancha con ojos y orejas pequeños, patas cortas y muy robustas con grandes garras y
pelaje castaño oscuro.
Pertenece al orden de los mamíferos, pero su dentadura está adaptada a un régimen de alimentación omnívora. Su dieta es variable, pero los vegetales constituyen el 85% de su ingesta. Come frutos secos como hayucos, bellotas, frutos carnosos como escaramujos y manzanas silvestres y plantas herbáceas.
En verano voltea enormes piedras en busca de insectos y larvas, no desdeña la carroña de los grandes ciervos que encuentra y le encanta la miel silvestre.
En invierno, con las nevadas y cuando el alimento escasea hiberna, excavando oseras o en cuevas naturales que acondiciona. En la osera, la
hembra, en el mes de enero, pare dos diminutos oseznos.
El oso vive en los grandes bosques caducifolios y en valles y montañas poco transitadas.
Este enorme animal, pero de gestos casi humanos, está ligado a la historia de nuestros pueblos y así aparece representado en fiestas de carnaval y en leyendas e historias de nuestros abuelos
Espacio que utiliza en sus correrías y en la búsqueda de alimento y refugio. Pero también este territorio alberga jabalíes, lobos, zorros, gatos monteses, corzos, ciervos y la población más oriental de rebecos de la Cordillera Cantábrica. Buitres leonados, alimoches, águilas reales y perdicera sobrevuelan las cumbres.
El pito negro abunda en los bosque de haya.
En el Cañón de La Horadada, al amparo de las aguas remansadas del Pisuerga, debido a la represa de la antigua fábrica de harinas, viven garzas reales, azulonas y cormoranes.
En los roquedos y los cortados calizos abundan las oquedades y salientes donde anidan aves como el roquero rojo y la chova piquirroja.
En la zona sureste del páramo de las Tuerces, en unos escarpes rocosos cercanos al pueblo de Valdegama, se ha asentado una colonia de Buitres.
El cañón de la Horadada es, en definitiva, un magnífico reducto de aves rupícolas, que puede proporcionarnos muy interesantes avistamientos de un amplio elenco de especies aquerenciadas en este tipo de medios accidentados.
Esta ruta nos llevará durante un día a recorrer el románico de Montaña, aunque su inicio desde Aguilar de Campoo nos lleve a Santa María de Mave, además de disfrutar del arte de su antiguo Monasterio, la iglesia de este antiguo monasterio benedictiano es un templo de tres naves, planta basilical, con crucero, significado por el habitual cimborrio con cúpula semiesférica y rematada en triple ábside semicircular. Desde aquí tomaremos dirección al Monasterio de San Andrés de Arroyo ocupado desde el medievo por monjas bernardas del cister.. Su iglesia de una sola nave posee crucero y tres ábsides, siendo el central poligonal. Es visitable su bello claustro y la Sala Capitular, estando considerado este monumento como uno de los más interesantes del románico del norte de Palencia. Después visitaremos la Ermita de San Pelayo de Perazancas de Ojeda, una de las más antiguas construcciones del románico palentino.
En esta ruta visitaremos la localidad de Cervera de Pisuerga. Esta villa rodeada de embalses, emantiene su fisonomía de siglos pasados con casas blasonadas, calles porticadas y aleros tallados. Destaca la casona hidalga de los Leones, con dos escudos muy ornamentados en su fachada principal. La villa fue señorío de los condes de Siruela y una de las vías romanas hacia Cantabria, por lo que conserva numerosos monumentos, vestigios de su pasado histórico.
La última localidad que visitaremos en esta ruta es San Cebrián de Mudá, de la Iglesia de San Cornelio y San Cipriano, siglo XII, destaca su espadaña. También en su capilla mayor, sobresalen las pinturas murales del siglo XV recientemente restauradas.
Ruta por excelencia del Románico de Montaña nos acercara dirección Potes a San Salvador de Cantamuda, donde el templo dedicado al Salvador llegó a tener rango de colegiata y estaba bajo el patronato real hasta que el rey Alfonso VII la entregó al obispo de Palencia. El edificio es muy armonioso, con volúmenes bien definidos. En su interior destaca su mesa de altar con columnas románicas.
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